NOTES FOR A SHELL_2
Irene de Andrés / Alina Chaiderov / Julien Carreyn / Charlie Hamish Jeffery / David Horvitz / Josep Maynou / Olivier Millagou / Camila Oliveira Fairclough / Pepo Salazar / Nora Turatu / Alexandra Zuckerman
MORE PROJECTS
30.08.18 - 02.09.18
Programa Art O Rama 2018, Marsella.
Una exposición en la playa, fuera de los límites de lo institucional. Una relación que se establece de manera directa con un entorno concreto, marino, sus habitantes, sus visitantes, la convivencia entre obra y lugar, formas de materialismo y otras formas mas disueltas como el lenguaje, el texto y lo sensorial. Un espacio institucionalmente constituido como razón y origen de cultura que define un territorio de acción, y forja un espacio para el experimentalismo.
A partir de una iniciativa de More Projects, colectivo formado en Paris por el artista Sergio Verasategui se plantea una segunda edición de "Notes for a Shell" dentro de la programación paralela de la feria de arte Art o Rama. Esta edición se vertebra a partir de los conceptos y aspectos como el paisaje, la ecología, la política, y la economía que, sin marcarse objetivos muy diferentes, y hacerlo mediante registros de presentación dispares, todos los artistas de la exposición comparten un mismo gesto: decir con contundencia. Hay obras que reflexionan de manera directa en lo espacial y sus límites; otras sobre como el capital define una transformación en el plano activo de la naturaleza; y otras abordan la sensación de confusión derivado de un mundo hiperexplotado, y la superproducción como sistema.
En este sentido, el punto de partida del proyecto es la traducción del título de un poema de Francis Ponge llamado “Notes pour un coquillage”. La idea de algo no terminado, las notas, alrededor de algo muy concreto pero a la vez insignificante: una concha. Un habitáculo construido a la escala del habitante como metáfora simultanea del lenguaje y de la obra de arte. Interpreto entonces Notes for a shell como un anclaje, como un proyecto ya determinado con sus variantes, un sistema para pensar, reorganizar, y ayudar a definir libremente lo que pasaría ahí dentro (o fuera) de la playa de la Verrerie. Durante los días previos a la exposición conversamos con Sergio Verasategui sobre las formas materiales y las arquitecturas precarias que se funden con el paisaje, y que una imagen pueda contener diferentes capas y llegar a definirse como naturaleza, cultura, o un conjunto complejo de relaciones sociales establecidas entre los habitantes del lugar. Utilizamos el concepto de forma poética, e incorporamos la idea de gestación entre lo arquitectónico, lo natural y lo social. También nos interesó mucho la idea de romper el ritmo. Y el tiempo.
También hablamos sobre cómo resolver la irremediable institucionalización de algo que en esencia no debería obedecer a nada ni a nadie, sobre como lidiar con estas contradicciones, y que quizá solamente sea una postura política. Algo sentimental que quizá venga después de la utopia -ya que nuestra época se define como un periodo que no cree más en la utopia- y esto lleva implícito una forma de nostalgia, un sentimentalismo que no encuentra lugar y genera la urgencia de crear su propio lugar. La utopia como un eco, como el sonido del mar. Y todo esto era el punto de partida.
Nos comenzó a interesar formas de producir subjetividades autogestionadas, espacios micro donde actuar y generar dudas frente la legitimidad de lo macro: un Estado, un mercado, o un proyecto de arte, y la necesidad de constatar la frontera entre público y privado, institución y no-institución. El proyecto, entonces ya no partía tanto de una pregunta sino de la constatación de como existir en este emplazamiento y cual es la necesidad del arte en este lugar.
Algo que, des del concepto de temporalidad, o más bien des de la idea de la intranquilidad del tiempo -al parecer la noción de angustia es una forma en la cual esta urgencia se manifiesta-, y el capitalismo, le ha dado un marco de existencia muy claro a la utopia mas cotidiana y doméstica, la utopía del tiempo libre: time is money. El tiempo libre se compra, tus vacaciones tienen una medida clara y delimitada. Lo que hacemos es también generar un espacio en la economía. ¿Existe una escapatoria a este marco o estamos ya completamente encerrados en un régimen de realidad capitalista que reifica cada intento de resistencia? ¿cómo salir de la falsa sensación producida por el sistema de existir desde siempre y de manera natural, de no existir otra alternativa?
El artista David Horvitz fue nuestro prólogo. Nos planteó un proyecto específico sobre el tiempo de la exposición en clave patrocinio. Es decir, durante los 4 los días de duración, y vía un crownfunding, Horvitz propuso la posibilidad de esponsorizar un tiempo específico del proyecto expositivo, ya sea este un minuto, una hora o un día entero. Un acto performántico, incluso activado semanas antes de inaugurar, que convierte arte en "tiempo real". Ese deseo de trabajar en tiempo real pensamos. Una acción de doble mirada y filo que intenta desestabilizar de un lado el tiempo institucional (un proyecto expositivo en una playa a finales de agosto), y por el otro, el distanciamiento voluntario de la comercialización de arte, que toma distancia precisamente para abordar desde una óptica más radical, o quizá algo más subversiva, la adquisición de obras de arte.
Pensamos, ok, ya tenemos en marcha el crowfunding de Horvitz que nos ayudará a disponer de un capital para producir otros aspectos de la exposición y desestabilizar así los formatos más institucionales. Eso era, desestabilizar. Queríamos miradas, tiempo distintos, y unas relaciones afectivas entre espacio y economía. Si el conjunto de saberes, trabajo o riqueza social producida colectivamente es precisamente producir formas de autogestión, los trabajos de Pepo Salazar y Josep Maynou se erigían de manera simbólica como sistema de resistencia ante lo impuesto. Si mientras Salazar nos relata conductas de la vida moderna a partir de objetos de consumo y la implantación de un consumismo feroz en el ámbito privado, Maynou introduce su propio lifestyle como identidad y producto, el artista contemporáneo como tiempo total: el viaje, la conversación, la fiesta, la ropa, la comida, todas sus decisiones lo conforman como marca de sí mismo e informan y conforman su trabajo.
Al mismo tiempo entendíamos el espacio de las cabañas de pescadores como un entorno salvaje con grandes historias contenidas por el paso del tiempo que el mundo contemporáneo ha tratado de absorber. En la edición del año pasado, accediendo a la playa leí, the life is better near the beach, un slogan romántico que además estaba escrito en un trozo de tela sujetado por una caña a modo de bandera en una pequeña cabaña. Un gesto sencillo, a medio camino de la declaración de intenciones y la carga simbólica que me hizo pensar en el potencial poético de las nociones de naufragio, restos y hallazgos, y en Irene de Andrés. Nos interesó el papel que podía mantener en este juego simbólico las nociones de fantasía y arquitectura y lo dibujos delicados de Alexandra Zuckerman, y el gesto de convertir una mirada en narración, o encarnación. La misma que Charlie Hamish Jeffery nos propone desde un registro diferente en la firmeza de sus objetos escultóricos a partir de materiales encontrados, explorando sus cualidades y cambiando valores. Algo que, des del planteamiento de abandono nos llevaba a discernir algunas ideas interesantes sobre el individuo, la sociedad y sus extremos.
La pieza Every Time I Kill An Animal With My Guitar It Appears Above de Olivier Millagou nos devuelve a un entorno simple, básico. Una guitarra dañada y pintada y con pinturas de animales. Un acto consciente en busca de una potencialidad libertaria que, marcado por influencias como el outsider art o el arte folk americano, refleja un escenario de utopia perdida entre lo folclórico, la brujería, y la vida hippie. Algo que, también se percibe en la imagen fotográfica en formato Polaroid de Julien Carreyn y la reproducción de un momento ya vivido de la primera edición de Notes for a shell, y en las producciones de Alina Chaiderov, donde trata de formular una interacción entre los conceptos de memoria, cuerpo y espacio suponiendo una relación entre lo psicológico y lo físico. Actos que establecen un juego de ficciones y enfrenta a aspectos emocionales y compartidos como el deseo, la nostalgia y la frustración.
Entre las cosas que comentamos es que en todo proceso vamos descartando y sabemos que nos dejamos muchos elementos fuera del tintero, pero no queríamos dejar de hablar de la exhibición total de la vida privada y la relación directa que esta tiene con la superproducción como sistema. Para ello, trabajos como el de Nora Turatu se conforman para dar voz a estas consignas publicitarias, lemas y posteamientos en redes sociales, que indagan y exploran las posibilidades desde la versatilidad de lenguaje y el registro textual. También des de una posición más pictórica Camilla Oliveira Fairclough analiza des del lenguaje como forma nuevas posibilidades de interacción entre el hecho artístico y la realidad "real", simbólica y virtual que nos rodea.
Por último, Notes for a shell 2 se complementa con un programa de performances curado por Margaux Bonopera con propuestas de 4 artistas: Aliette Salama, Mehdi Palmtree, Camille Alena, y Maxime Rossi. De hecho el propósito de estas acciones es entrar en diálogo con los visitantes, la playa, y los habitantes, además de "guiar" a penetrar en la exposición.
En definitiva, podemos decir que el conjunto de obras que reúne esta segunda edición de Notes for a shell inciden desde diferentes intereses y campos de actuación, en buscar alternativas políticas y económicas, pero también desde posicionamientos que puedan desdoblar un sistema y ciertos dispositivos de inestabilidad y flexibilidad ante lo que nos rodea. Romper el ritmo. Y también el tiempo. Como los diálogos entre el viento y el mar de Debussy.
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